María, primer sagrario. Las mujeres al servicio del Altar.

cristianxsqueer.com

11/25/2025

Hoy levantamos nuestra voz con respeto, con fe y con amor por la Iglesia.

Reivindicamos que las mujeres puedan ser ordenadas como sacerdotes, pastoras y ministras, con la misma dignidad y autoridad que los hombres.

Porque antes de cualquier altar, antes de cualquier templo, hubo un Sagrario vivo: María.

🔹 En ella, Dios quiso habitar.

🔹 En ella, Dios se encarnó.
🔹 En ella, Dios confió su plan de salvación.

Si María fue capaz de llevar al Hijo eterno dentro de su propio cuerpo, ¿cómo podría no estar purificada, bendecida y dignificada por Dios para celebrar y consagrar?

“María llevó en su vientre al Hijo de Dios. Si una mujer pudo sostener al Verbo hecho carne… ¿cómo no podría sostener el Pan consagrado en sus manos?”

La tradición dice de ella:"Inmaculada. Llena de gracia. Bendita entre todas las mujeres".

🔹 El Espíritu Santo descendió sobre ella antes que sobre cualquier apóstol.

🔹 Ella fue el primer “sí” que abrió las puertas de la salvación al mundo.

Entonces preguntamos con humildad y firmeza: ¿Quién puede presentar las manos más puras para el servicio del altar que aquella que sostuvo al Santísimo en su seno?

No pedimos privilegios. Pedimos coherencia con el Evangelio.

Jesús nunca excluyó a las mujeres, sino más bien:

🔹 las acogió, (Lucas 10:38-42)

🔹 las escuchó, (Juan 4:1-42)

🔹 las defendió, (Juan 8:1-11)

🔹 las sanó, (Marcos 5:25-34)

🔹 las envió, (Juan 4:28-30)

🔹confió la Resurrección a su testimonio. (Juan 20:11-18)

“El amor de Dios
jamás ha tenido miedo
de las manos femeninas.”

Y cuánto necesita hoy la Iglesia de ese amor hecho ternura, de ese consejo que nace de la experiencia, de esa mirada que acompaña como la de una madre.

Las mujeres predican, sanan, consuelan, levantan y celebran. Son pastoras de corazones y guardianas de esperanza.

Que María, primer Sagrario y primera discípula, nos inspire a soñar una Iglesia donde los dones no tengan género (Gálatas 3:28) y donde todas las manos creadas por Dios puedan bendecir, consagrar y transmitir vida.

"Por una Iglesia donde la gracia no se limite.

Por una Iglesia donde la mujer también pueda decir:

‘Este es mi ministerio, Señor, hágase en mí según tu Palabra’."